La Moringa oleifera (moringa), y otras especies afines, son árboles de porte modesto, de entre 5 y 12 metros de alto, de tronco erecto, copa piramidal o cónica, y hojas compuestas, de foliolos ovalados. Las flores son muy llamativas, de pétalos alargados, de color blanco marfil y estambres amarillos. Los frutos son ciertamente grandes, unas cápsulas alargadas de hasta 40 cm de largo, de forma trilobulada, que recuerdan a los bastones de un tambor, de ahí uno de sus nombres más celebrados, drumstick tree(palo de tambor).
Es originario del norte de la India, Bangladesh, los pies del Himalaya, Pakistán y Nepal, aunque algunas fuentes centran su cuna en la región india de Kerala. En América central fue introducido a principios de los años 20 del siglo pasado, como árbol ornamental, y para producir cercas con las que proteger los cultivos. Encontramos cultivos de moringa en Méjico, Honduras, Nicaragua, El Salvador y las Antillas. Es un árbol resistente y muy adaptable, que tolera los climas húmedos en torno a los Trópicos, y los propios de ambientes de montaña hasta los 1.800 metros de altitud. En el este de África crece la especie afín Moringa stenopetala, también aprovechada como alimento y forraje.
Principios activos de la moringa
De la moringa se aprovechan los frutos, la corteza, las flores y la madera, pero con fines medicinales son las hojas, y también las semillas, su parte más valiosa.
Los principios activos de la moringa que le dotan de importancia medicinal y curativa son los siguientes:
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